domingo, 22 de enero de 2012



La leyenda del Diamante Hope
El Diamante Hope (también conocido como "Diamante Azul o joya de mar " y "Diamante de la esperanza") es un diamante de color azul marino, con un peso estimado en 45.52 quilates. Su color es debido a la presencia de trazas de átomos de boro en su composición.

El diamante es legendario por todas las supuestas desgracias que ha alcanzado a sus respectivos poseedores. Dicha maldición es atribuida al hurto de la misma de un templo edificado en honor a la diosa Sītā. 

El primer poseedor de la joya fue Jean-Baptiste Tavernier, quien mostró el diamante original (cuyo peso se estimaba en 115 quilates) al rey Luis XIV de Francia. Después de venderla, Tavernier cayó en quiebra y huyó a Rusia, en donde sería hallado muerto de frío, mientras el cadáver había sido devorado por alimañas.

En el año 1691, la madame de Montespan, amante del rey, quiso que Luis XIV le obsequiara el diamante. Poco después, cayó en desgracia y murió olvidada en 1707.
En el año 1715, con motivo de la visita del embajador del sah de Persia, el rey de Francia le mostró el diamante, para que viera que el objeto no podía hacerle ningún mal. Luis XIV murió ese mismo año, de manera inesperada. Con su muerte, muchas personas comenzaron a creer que el diamante (todavía no había pertenecido a la familia Hope; su nombre en ese entonces era "diamante azul") causaba desgracias a su poseedor correspondiente.

El siguiente rey, Luis XV de Francia no mostró mayor interés en la gema y ordenó conservarla en un cofre.

En el año 1774, María Antonieta, esposa del rey Luis XVI de Francia, decidió portar el diamante y prestarlo a la princesa de Lamballe. Maria Antonieta y su esposo murieron en la guillotina y la princesa fue brutalmente asesinada a manos de una muchedumbre enardecida, el asesinato de éstos se ha atribuido también al diamante azul.

Durante la Revolución francesa, unos ladrones robaron el diamante de la colección de joyas reales. Sólo uno de ellos prefirió conservarlo hasta 1820, cuando decidió vendérselo al holandés Wilhelm Fals para cortar la joya en dos. La primera fue adquirida por Carlos Federico Guillermo, duque de Brunswick. Más tarde, el duque cayó en quiebra. La segunda la conservó el holandés. El hijo de Fals optó por robarle la joya a su padre y venderla al francés Beaulieu. Se atribuye al hurto de la joya, la muerte de Fals y su hijo, quien se suicidó tiempo después.

El rumor de las desgracias atribuidas a la supuesta maldición, concluyó en que Beaulieu vendiera el diamante a David Eliason, quien también la vendió rápidamente al rey Jorge IV de Inglaterra. La muerte del rey se atribuye también al uso del diamante, que había sido incrustado en su corona.

En 1830, la gema fue comprada por el banquero londinense Henry Thomas Hope (De ahí el nombre por el que es conocido hoy) por 150 mil dólares. Pronto la fortuna de la familia decayó hasta que sus nietos comenzaron a morir de hambre, justo antes de que otro vendiese al fin la maldita piedra. 

El siguiente poseedor del diamante Hope fue el príncipe Iván Kanitowski quien obsequió el diamante a una vedette, a quien días después asesinaron.


En 1908, el sultán turco Abdul Hamid pagó 400 mil dólares por el Hope, y pronto lo cedió a su concubina favorita, Subaya. Pero, antes de un año, Hamid había apuñalado a Subaya y fue destronado. Simon Montharides lo tuvo después, hasta que volcó su carruaje y murió en el accidente, junto con su esposa y una hija pequeña. Posteriormente fue adquirido por el joyero Pierre Cartier en una subasta.

En el año 1911, Cartier decidió comercializar la joya y venderla a el magnate financiero americano Ned McLean quien no le temió a la fama de la joya y lo compró a un mínimo precio: 154 mil dólares. Su hijo Vincent sucumbió muy pronto en un accidente de automóvil y su hija murió de una sobredosis de drogas. La esposa de McLean se aficionó a la morfina y el propio McLean murió en un manicomio en 1947, dejando la peligrosa herencia a seis nietos, entre ellos Evalyn, que tenía entonces cinco años.

La familia McLean vendió el diamante a Harry Winston, el joyero más importante en Nueva York, quien lo transfirió a la Smithsonian Institution, donde se encuentra ahora. Tal vez la maldición no será tan perjudicial para las instituciones como lo fue para los individuos. O quizás el terrible maleficio se extinguió en Evalyn McLean, una de los seis nietos de McLean, que fue encontrada muerta sin causa aparente en su apartamento de Dallas, el 13 de diciembre de 1967, a la edad de veinticinco años.

En el 2010 la firma Harry Winston diseño un nuevo collar para el Diamante Hope como homenaje al aniversario de su donación a la Smithsonian Institution.

Estos fueron portadores del Diamante Hope:
  1. Jean-Baptiste Tavernier (1689): muerto de frío y devorado por las alimañas.
  2. Nicolás Fouquet (1680): en prisión.
  3. Luis XIV (1715): gangrena.
  4. Princesa de Lamballe (1792): linchada.
  5. Luis XVI y María Antonieta (1793): decapitados en la Revolución francesa.
  6. Catalina la Grande (1796): apoplejía/infarto.
  7. Wilhelm Fals: asesinado por su hijo Hendrik.
  8. Hendrik Fals (1830): suicidio.
  9. Jorge IV (1830): locura.
  10. Francis Beaulieu: hambre.
  11. Henry Philip Hope (1839): Indefinido.
  12. Henry Thomas Hope (1862): hambre.
  13. Jacques Colot (1904): suicidio por problemas mentales.
  14. Lorens Ladue: asesinada por su amante Iván Kanitowski.
  15. Príncipe Iván Kanitowski: asesinado por revolucionarios.
  16. Subaya Hamid (1908): asesinada por su esposo.
  17. Abdul Hamid II: depuesto en 1909 por la sublevación militar de los Jóvenes Turcos.
  18. Simón Montarides y familia: su carruaje cayó por un precipicio.
  19. Vincent McLean (1938): atropellado.
  20. Ned McLean (1941): locura.
  21. Elizabeth McLean (1946): sobredosis.
  22. Evalyn Walsh McLean (1947): morfinomanía.
  23. Harry Winston (1958): ataque de corazón.

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